Como coordinador de la agrupación de Baleares de CIUDADANOS-PARTIDO DE LA CIUDADANIA quisiera manifestar nuestra indignación y preocupación ante los casos de corrupción del Partido Popular en Baleares durante la pasada legislatura, a la vez que emitir unas reflexiones generales sobre el grave problema de la corrupción en nuestra Comunidad.
Ante todo, seamos realistas: la corrupción es en todas sus variantes inherente a la imperfecta condición humana; por ello la posibilidad de su erradicación total es equiparable a la de cualquier otro tipo de delito, o sea, nula. Esta realidad explica que hasta en los regímenes políticos más liberales, donde se asientan las democracias nórdicas y anglosajonas, se den casos de corrupción; aunque de manera aislada, muy lejos de la generalización que padecemos en España y, sobre todo, en Baleares.
En CIUDADANOS-PARTIDO DE LA CIUDADANÍA, leales a nuestro talante liberal-progresista, creemos que sólo una profunda regeneración democrática puede lograr minimizar la corrupción. Una regeneración que entre sus primeras medidas pasaría necesariamente por la consecución de una verdadera división de poderes, por la implantación de una Justicia rápida e independiente, por la reducción de los márgenes de discrecionalidad de los políticos que ejercen el poder, discrecionalidad que nunca deberá confundirse con arbitrariedad; por leyes tajantes para que los contratos públicos se hagan mediante concurso donde, sobre todo, se prive la mejor oferta económica, es decir, donde los criterios objetivos pesen más que los meramente subjetivos, en un panorama de seguridad jurídica; por someter a la Administración y a las empresas públicas a constantes auditorías e inspecciones.
En esta labor inspectora debiera la Administración central tener un destacado protagonismo, mediante un cuerpo de inspectores y auditores que estuvieran desvinculados totalmente de las personas y personajes relacionados con las instituciones insulares y los poderes fácticos de las Islas, garantizando así su independencia e infranqueabilidad. Esta última medida siempre ha inquietado a los políticos locales catalanistas (catalanistas también son el PP, a EU y al PSIB-PSOE ) así como a los poderes fácticos isleños Esa inquietud es la que ha llevado a los políticos baleares a proferir tantas veces el “Volem comanar a ca nostra” ¡ Y tanto ! Sobre todo porque así desde el exterior nadie podrá vigilar lo que hacen…
Y es que a CIUDADANOS-PARTIDO DE LA CIUDADANÍA no se le escapa la afinidad existente en Baleares entre corrupción y catalanismo; de modo que ambos, y no es casualidad, van juntos de la mano: Después de 25 años de autogobierno podemos afirmar rotundamente que todos los partidos políticos que han gobernado y que mandan en nuestras instituciones son catalanistas, empezando por el PP balear. Y todos ellos cuentan en su haber con casos de corrupción y corruptelas varias.
La coincidencia entre corrupción y catalanismo tiene su denominador común en el desprecio absoluto hacia los ciudadanos; el catalanismo materializa su desprecio principalmente en escamotear a los ciudadanos su libertad lingüística, ninguneándolos, robándoles su atributo de ciudadanía. El político corrupto desprecia, como el catalanista, a esa ciudadanía que ha depositado en él su confianza, robándole su dinero. A la vista de los resultados, no parece recomendable permitir que gobiernen nuestras instituciones quienes desprecian a los ciudadanos. Si por causa de ese desprecio los políticos nacionalistas les birlan a los ciudadanos una libertad como la lingüística ¿ a la larga y a la corta no le van a birlar, sean del PP, del PSIB-PSOE o de ERC, también la cartera ? Sin olvidar que, como afirma Albert Rivera, presidente de CIUDADANOS-PARTIDO DE LA CIUDADANÍA, el nacionalismo es una estafa (como la corrupción) porque en lugar de invertir en las necesidades reales de los ciudadanos, los impuestos se desvían a las políticas identitarias catalanistas en aras de la “construcción nacional”, como es la última campaña del Govern “Parla català”.
No estoy diciendo que el corrupto sea necesariamente catalanista, pero sí que el catalanista, por su desprecio hacia la ciudadanía, tiene mayor tendencia hacia este delito, como la experiencia lo demuestra, pues todos estos viejos partidos baleares, empezando por el PP, son catalanistas.
También es importante considerar que la corrupción no es imputable únicamente a este catalanista PP. En la presente legislatura , sin ir más lejos, ya tenemos indicios y ejemplos de una de las manifestaciones más habituales de esta perversión, como es el nepotismo entre cargos de personas del revoltijo de partidos que forman la segunda reedición del Pacte de Progrés, del más indisimulado y grosero catalanismo. Sin olvidar las implicaciones en graves temas de corrupción urbanística de los dirigentes de ese pequeño partido bisagra catalanista que tanto dice “estimar Mallorca”, con quien gobiernan peperos y progres alternativamente. Pero antes o después se sabrá todo, o casi todo. Es una simple cuestión de tiempo. Como también lo será el día en que la corrupción generalizada y su compañero de viaje, el catalanismo, serán página pasada de la Historia de nuestras islas.
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